El
cuerpo, obsequio del lenguaje pero agitado por lo real.
Rosa Lagos Torres
Si
de algo se ocupa el psicoanálisis, es de las palabras que afectan el cuerpo.
Ni Freud ni Lacan hicieron una teoría
sobre el cuerpo, sin embargo para el psicoanálisis ha tenido un lugar de
privilegio desde su origen, con las ya conocidas pacientes histéricas de Freud.
La
primera noción de cuerpo en la enseñanza de Lacan es la proporcionada
por la imagen, para construir un cuerpo se precisa de un organismo más una
imagen. Frente a la fragmentación del organismo ocurre que la imagen organiza y
unifica el cuerpo. Tenemos que el cuerpo unificado sustituye al organismo
fragmentado, con la consecuencia que el hombre queda capturado por la imagen
del cuerpo, cuerpo que adora como si fuese su única consistencia.
Lacan formula en el Estadio del Espejo que
la construcción de la imagen de sí mismo, es decir el yo ideal, se construye a
partir de la imagen virtual del otro semejante, momento inaugural que se festeja
con júbilo obteniendo de esta manera, un cuerpo que de aquí en adelante no será
más el cuerpo biológico.
Este cuerpo que retorna de la imagen en
el espejo da la ilusión de completud, de unidad del cuerpo, constituyendo de
este modo la alienación imaginaria del sujeto.
Como efecto de esta operación tenemos una clínica de lo imaginario; en donde, aquello
que puede llegar a descompletar o a perturbar la unidad de la imagen, como por
ejemplo accidentes con pérdidas corporales o simplemente el paso del
tiempo, son expresados con actos que
aspiran a reparar, a cubrir los efectos que ha producido la castración. Es una
clínica propia del narcisismo.
Posteriormente, Lacan reformula esta
propuesta diciendo que la imagen no es suficiente para construir un cuerpo, es
necesario la condición de representarse, de nombrarse la que da la forma al
sujeto.
Este giro en la teoría, indica que el
cuerpo ya no está dado sólo por la imagen, es el lenguaje el que da un cuerpo
al sujeto. Tenemos cuerpo en cuanto lo podemos nombrar, el cuerpo como un lugar
donde se inscribe el significante, el cuerpo es cuerpo a partir de lo
simbólico, el lenguaje le da sus atributos y su unificación depende del
lenguaje, ya no solamente de la imagen.
Como sujeto, efecto del significante,
estamos separados del cuerpo, el sujeto está efectivamente en la palabra antes
de tener un cuerpo, es nombrado, antes de nacer y permanece después de morir.
El
sujeto excede así a la temporalidad del cuerpo.