domingo, 7 de diciembre de 2014

El cuerpo, obsequio del lenguaje, pero agitado por lo real. Por Rosa Lagos

El cuerpo, obsequio del lenguaje pero agitado por lo real.

Rosa Lagos Torres


Si de algo se ocupa el psicoanálisis, es de las palabras que afectan el cuerpo.
Ni Freud ni Lacan hicieron una teoría sobre el cuerpo, sin embargo para el psicoanálisis ha tenido un lugar de privilegio desde su origen, con las ya conocidas pacientes histéricas de Freud.
No se nace con un cuerpo, no es primario, se nace con un organismo y luego se construye el cuerpo.
La  primera noción de cuerpo en la enseñanza de Lacan es la proporcionada por la imagen, para construir un cuerpo se precisa de un organismo más una imagen. Frente a la fragmentación del organismo ocurre que la imagen organiza y unifica el cuerpo. Tenemos que el cuerpo unificado sustituye al organismo fragmentado, con la consecuencia que el hombre queda capturado por la imagen del cuerpo, cuerpo que adora como si fuese su única consistencia.
Lacan formula en el Estadio del Espejo que la construcción de la imagen de sí mismo, es decir el yo ideal, se construye a partir de la imagen virtual del otro semejante, momento inaugural que se festeja con júbilo obteniendo de esta manera, un cuerpo que de aquí en adelante no será más el cuerpo biológico.
Este cuerpo que retorna de la imagen en el espejo da la ilusión de completud, de unidad del cuerpo, constituyendo de este modo la alienación imaginaria del sujeto.
Como efecto de esta operación tenemos una  clínica de lo imaginario; en donde, aquello que puede llegar a descompletar o a perturbar la unidad de la imagen, como por ejemplo accidentes con pérdidas corporales o simplemente el paso del tiempo,  son expresados con actos que aspiran a reparar, a cubrir los efectos que ha producido la castración. Es una clínica propia del narcisismo.
Posteriormente, Lacan reformula esta propuesta diciendo que la imagen no es suficiente para construir un cuerpo, es necesario la condición de representarse, de nombrarse la que da la forma al sujeto.
Este giro en la teoría, indica que el cuerpo ya no está dado sólo por la imagen, es el lenguaje el que da un cuerpo al sujeto. Tenemos cuerpo en cuanto lo podemos nombrar, el cuerpo como un lugar donde se inscribe el significante, el cuerpo es cuerpo a partir de lo simbólico, el lenguaje le da sus atributos y su unificación depende del lenguaje, ya no solamente  de la imagen.
Como sujeto, efecto del significante, estamos separados del cuerpo, el sujeto está efectivamente en la palabra antes de tener un cuerpo, es nombrado, antes de nacer y permanece después de morir.
El sujeto excede así a la temporalidad del cuerpo.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Orientarse por lo Real: del sin sentido al fuera de sentido. Lo imposible

Orientarse por lo Real

Del sin sentido al fuera de sentido, lo imposible.


Rosa Lagos


Lo Real como un recorrido, porque no hay definición última que permita precisarlo, nos confronta de una vez con el imposible que comporta, lo Real como imposible surge de un impasse en la formalización, lo que no cesa de no escribirse, lo que no cesa de fugarse, lo que no cesa de escapar de la maquinaria significante, un resto fuera de sentido.
Lo Real ex - siste, del latin ex - sistere, literalmente ex=fuera y sistere= el lugar donde está.
El antecedente de lo Real proviene de George Bataille (1897-1962), de quien Lacan toma la noción de real a partir de su distinción de la existencia de dos polos estructurales, por un lado lo homogéneo o ámbito social útil y productivo y por otro lo heterogéneo, lugar de irrupción de lo que es imposible de recuperar, del desecho, de lo expulsado de todas las normas. Esta idea junto a la formulación freudiana de realidad psíquica, dan cuerpo a la tríada Real, Simbólico, Imaginario.
Lacan plantea que “Freud no tenía la idea de lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real, pero a pesar de todo, tenia de ello una sospecha … hay en Freud una referencia a algo que él considera como lo Real…pero no es el principio de realidad, eso es un decir social” , refiriéndose con esto a que el síntoma para Freud además de tener un elemento sensible al desciframiento, tiene otro componente que no responde a esta operación, es la satisfacción pulsional que queda fuera de la simbolización, conformando lo real de la pulsión.
Se encuentran en Freud huellas de lo imposible cuando plantea el “ombligo del sueño”, aludiendo a lo imposible de decir, límite a la interpretación del sueño: “un lugar que queda en sombras… el lugar en que él se asienta en lo no conocido” y cuando formula en 1937 “la roca de la castración” “basamento rocoso” , “restos sintomáticos” que marcan un límite a la interpretación, indicando que hay un punto en el análisis donde el recurso de lo simbólico fracasa, donde se topa con lo que está fuera de sentido, referidos a instantes traumáticos que se relacionan con tempranas fijaciones de goce, cuya referencia lacaniana es Hay de lo Uno, en tanto hay escritura del goce.